Alguna vez has sentido mucho sueño después de comer? A esta sensación de cansancio o aletargamiento, luego de ingerir alimentos, coloquialmente se le ha llamado “mal del puerco”. Aunque es cierto que esto ocurre, el verdadero nombre de este estado es sueño postprandial.
Es un hecho difícilmente negable que después de comer nos invade una sensación de sueño y cansancio. Parece inevitable. Tanto, que podría decirse que es la responsable de las ya más que populares siestas. Esta somnolencia suele asociarse a la ingesta de una comida copiosa y, sin embargo, sus causas parecen tener más que ver con el tipo de alimento que con las cantidades.
De acuerdo con la doctora Mónica Méndez Díaz, académica del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, el sueño postprandial sucede por la manera en la que se metabolizan los alimentos, sobre todo cuando se trata de carbohidratos en abundantes cantidades.
“Gracias a nuestro sistema nervioso central, tenemos dos estados fundamentales: uno de vigilia y uno de sueño. Durante la vigilia podemos hacer todas nuestras actividades debido a que el hipotálamo libera la hormona orexina, que mantiene activos los núcleos que regulan la vigilia.
“Después de comer, cuando los nutrientes se empiezan a absorber en la sangre, en cantidades muy pequeñitas, pasan del torrente circulatorio al cerebro. Las células en el hipotálamo lateral, al sensar las concentraciones de glucosa, dejan de tener actividad, de liberar orexina, lo cual provoca que el sistema que mantiene la vigilia se apague”, explica la especialista.
La “marea alcalina”
Al “mal del puerco” también se le ha denominado “marea alcalina” porque el pH de la sangre pasa de ser neutro 7, sube un poco, por lo que la sangre “se vuelve más alcalina” durante la ingestión de los alimentos.
Las hora de la comida
Para el doctor Javier Puertas, vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño (SES), existe un primer factor (que nada tiene que ver con la comida) por el que se produce este fenómeno: nuestro reloj biológico. Según explica el experto, los ciclos circadianos –que son los que regulan el organismo en función de las horas de luz y de oscuridad– marcan dos momentos de somnolencia al día. El primero es por la noche y el otro unas 8 horas aproximadamente después de haberse despertado. Por eso, señala Puertas, “sobre todo en países como España donde se retrasa la hora de la comida a después del mediodía, esta coincide ese episodio del sueño”.
Alimentos ricos en glucosa
Además, hay un segundo factor que intensifica la sensación de sueño tras la comida y aunque tiene que ver con el proceso de digestión, no es por lo que creemos.
En 2008, un grupo de investigadores de la Universidad de Manchester liderados por Denis Burdakov, constataron que al pasar a la sangre, la glucosa procedente de la comida provoca una disminución de las orexinas, un tipo de hormona encargada de mantener el cuerpo alerta y regular el comportamiento de sueño-vigilia. De la misma manera, los científicos determinaron que el consumo de alimentos ricos en proteínas puede aumentar la actividad de las neuronas productoras de orexinas y mantener el organismo despierto durante más tiempo.
La médico especialista en Nutrición y Endocrinología, y vocal de comunicación de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Ana Zugasti, refiere a este estudio como muestra de que la composición de la comida (y sus niveles de glucosa) puede influir en el sueño posterior en mayor medida que lo hacen las cantidades. “Por eso, consumir alimentos ricos en grasas e hidratos de carbono en las comidas provoca más sueño que otros como la carne, el pescado o el huevo, que son ricos en proteínas”, señala.
En este sentido, Puertas recuerda que sobre todo los alimentos procesados de absorción rápida y los ricos en azúcar, como los bollos o los dulces industriales, alteran los ciclos de sueño. Y es que paradójicamente, producen somnolencia después de comer pero pueden producir insomnio por la noche. No sucede así con los hidratos de carbono de bajo índice glucémico, como las verduras, los cereales integrales o las legumbres, que sí favorecen el descanso de manera natural debido a su relación con las orexinas, pero no alteran los ciclos de sueño.
Alimentos que favorecen el sueño
Además de los alimentos que hacen disminuir las orexinas, hay otros productos naturales que aumentan los niveles de melatonina. Esta, sostiene Zugasti, “es una es una hormona secretada por el cerebro que cumple múltiples funciones en el organismo, como la de promover el sueño y reducir la actividad en nuestro cuerpo”. Por eso, alimentos que potencian esta sustancia, como las fresas, el plátano, las cerezas, el maíz, el vino tinto, el tomate o el arroz , aumentarán la sensación de somnolencia.
El L-triptófano, un aminoácido esencial que se obtiene a través de la dieta, también cumple esta función. “Es un precursor de la melanina y también de la serotonina, que favorecen el descanso”, añade la experta. Lo podemos encontrar en el plátano, el queso, el pavo, las almendras, los huevos, la piña y los cereales. Se incluyen también las zanahorias, los guisantes y las espinacas que son “alimentos ricos en B6, una vitamina que está relacionada con la absorción del triptófano y que, por tanto, también ayuda a la generación de niveles saludables de serotonina y melatonina”, explica la especialista.
¿El sueño postprandial es un problema?
No lo es. Se trata de un estado fisiológico que se normaliza en el momento que se empiezan a estabilizar los niveles de glucosa y las neuronas del hipotálamo retoman sus potenciales de acción normal.
¿Cómo combatir el sueño de después de comer?
Para resistirse a la sensación de cansancio que nos invade después de comer, los expertos sugieren, primero, tener un sueño nocturno en duración y calidad suficiente para “evitar que la somnolencia se intensifique a mediodía”. Luego, todos aquellos alimentos o bebidas que contienen estimulantes (como el té, el café o el chocolate) pueden ser un buen antídoto para acabar con la somnolencia de la tarde.
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Dra. Ibeth Sinmaleza M.
SALUD BIOSPICOSOCIAL
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